domingo, 16 de octubre de 2011

Milagros

Horchata, playa, mar, luna llena. Estaba yo sentado recreándome en lo romántico y en el desamor como acostumbro últimamente y como el entorno y las circunstancias sugerían.

Algo me hizo fijarme en la pareja que estaba sentada en la mesa de al lado. Habían terminado sus consumiciones y se levantaban despacio de la mesa. Avanzaron lentamente, cogidos de la mano dirigiéndose a la playa. Si había algún ejemplo perfecto de lo que era amor, era esa pareja. Se les salía en cada gesto, en cada mirada, en cada paso. Hablaban animádamente, se contaban sus cosas o quizá solo de lo que habían visto en la tele ese dia, pero atendían al otro como si lo que estuviese contando fuera lo mas importante del mundo.

Se apoyaron en la valla que les separaba de la playa y se pusieron a ver la luna. El la soltó la mano y la paso la mano por el hombro como acercándola muy suavemente hacia él. Ella se dejo llevar y pasó la mano por su cintura.

Y así se quedaron, viendo como el mar reflejaba desde la orilla hasta el horizonte la luz medio naranja de la luna, que se levantaba ligeramente de la línea que separa el agua del cielo.

Lo mas tierno de la escena es que la pareja debía sumar entre los dos unos 170 años. Y no tengo ni idea cuanto llevaban queriendose, pero de no ser por sus andares, y por sus pieles ya gastadas por el tiempo, habría jurado que eran dos adolescentes disfrutando de su primer amor.

Ellos creían que habían ido a ver la luna, pero yo creo que fue la luna la que salió a verles a ellos.

1 comentario:

R dijo...

Perfecto. Precioso.
Yo tanbién apuesto por la luna como visitante.