miércoles, 2 de octubre de 2013

Oscuridad


Mi vida siempre ha seguido un rumbo impulsivo. Supongo que tiene que ver con lo que aprendí de pequeño, cuando la capacidad de absorción del cerebro es tal, que todo salía natural sin necesidad de pensarlo antes.

La planificación nunca ha formado parte de mi forma de ser, y cuando lo he intentado ha resultado un fracaso, que las cosas salgan según lo previsto me aburre, la imprevisibilidad del resultado es lo que le pone emoción a vivir.

El problema es que la vida es un constante rodar hacia abajo, el porcentaje de acierto va bajando irremisiblemente y eso significa que lo que antes era alegría tras alegría, se va transformando poco a poco en una montaña rusa donde los éxitos y los fracasos se van mezclando, llevando mi estado de ánimo a una bipolaridad difícil de soportar.

Me encuentro ahora en uno de esos momentos en los que la manifiesta falta de previsión, el dejarlo todo a la improvisación me tiene en el pozo más profundo imaginable. Y encima con bajas colaterales que hacen que el dolor sea difícilmente soportable.

El consejo es fácil: lucha, me dicen. Yo nunca he luchado, me he defendido, he esquivado los golpes según me los han lanzado, pero este golpe me ha alcanzado en el peor sitio, en el corazón. KO por languidez. Las lágrimas no dejan de caer y siento que el corazón se marchita, se seca al mismo tiempo que los ojos se empapan.

Culpa y tristeza se juntan en mi cabeza, al tiempo que no encuentro ya mi alma. Vivir por otros (por y para otro) tiene estos finales, comencé siendo víctima y termino como espectador que increpa al protagonista por débil, por gilipollas. Lo peor es que esto suele ocurrir cuando ya no hay nada que hacer cuando he perdido, cuando el resultado es inamovible.

El sol, dicen, seguirá saliendo pero yo no lo sabré. El sol seguirá saliendo para quien se ha tomado la vida como una guerra y para quien la victoria solo lo es por la derrota de otro. Jugué una partida de ajedrez en la que basé mi razón en salvar mis piezas, mientras que mi rival sacrificó todas las suyas (y las mías) y venció por jaque mate y porque mi rey se suicidó al perder la pieza que más amaba.

La oscuridad no existe por sí sola, es solo la consecuencia de la falta de luz. Y mi luz la he perdido, se la han llevado para apagarla otra vez en otro hogar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nunca te rindas, nunca.
Igual que tu somos muchos, piensa que no estas solo.