miércoles, 28 de diciembre de 2011

Miedos

Me han recomendado que lo escriba, y ahí va, sin palabras bonitas, ni metáforas. Tres líneas sobre lo que siento ahora mismo.

Tengo miedo. Miedo al desprecio y miedo al fracaso.

Al desprecio porque no estoy acostumbrado, porque siempre caí bien. Desprecio merecido que me he ganado a pulso con mi egoísmo. Por el daño que hice. No sirve que no fuera mi intención, nunca es eximente. Porque solo pensé en mi, en lo que yo sentía, en como me podía afectar (a mi y a mi entorno). Y atropellé a quien menos se lo merecía, y dejé su alma en la cuneta. Tampoco me vale pensar que a mi me dolió más. Sigue siendo autocompasión, sigue siendo pensar solo en mi propia miseria. 

Y no hay remedio, el arrepentimiento no arregla nada, solo es la excusa para meter la conciencia en el lavavajillas y esperar que todo esté limpio al abrirlo. Y no funciona así. Los errores, se purgan para siempre en esta vida y más me vale asumirlo, aceptar ese desprecio que me gané. Y esperar que el betadine del tiempo sane la herida que hicimos a traición.

Pero me duele. Y el asco que inspiro (que me inspiro) no se cura tan fácil.


Y tengo miedo al fracaso porque nunca lo experimenté. Ha caído sobre mi sin previo aviso. Siempre me fue bien, siempre fui de los mejores en lo que intentaba. Sin esfuerzo, sin mérito que atribuirme, por la simple cuesta abajo en que se iba convirtiendo mi vida. Y de repente tengo ante mi las cuestas empinadas. Y sin piernas ni pulmones para afrontarlas. Ni corazón.  Toda la inseguridad que no tuve antes, se presenta disfrazada de barranco a mis pies. Hasta tal punto que prefiero quedarme quieto antes que intentarlo. Ese vértigo que te impulsa a saltar al vacío antes que el sufrimiento de avanzar. 


La sensación que no tendré el valor siquiera de intentarlo. Que me abandono a mi suerte, condenado a vagar por una cuneta esperando que alguien me recoja o me atropelle.


Comprando cada vez más papeletas para la rifa de la muerte, siguiendo los pasos que se que no tengo seguir, amparándome en el gen autodestructivo que se supone que debo tener, vistos mis antecedentes.

Miedo porque cada vez me doy más cuenta de que no soy la víctima. Soy el asesino, ni siquiera el frio y calculador, sino el pobre cobarde que, dejándose arrastrar, provoca destrucción por donde pasa.




Y leo lo que escribo y sigo siendo yo, yo, y después yo. 


Nunca aprenderé. No en esta vida.




Gracias a quien sigue creyendo en lo que no soy y animándome día a día. No merezco tanta suerte.

3 comentarios:

Luna dijo...

Me has hecho llorar que lo sepas.

Cisco dijo...

Lunadrosas,

No era mi intención, solo desnudar mi alma una vez más. Tal como tú me recomendaste.

Hay que conocer al enemigo para poder enfrentarse a él, y en este caso el enemigo es el miedo, y estas letras son el primer paso.

Ya te daba las gracias en el texto. Ahora lo hago aquí.
Por todo.

Cisco.

Luna dijo...

Pero si he llorado de emoción!
Tienes toda la razón del mundo, hay que afrontar los miedos,yo lo hago poco a poco pero estoy en ello :)
Ya te dije que no tienes que darme las gracias, con que me sonrias es suficiente: ;)